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A. Tema 1: Marcos desde los cuales se ha abordado la educación sexual y la promoción de la salud en la escuela.

  • DE LA TRADICIÓN A LOS NUEVOS DESAFÍOS.

Tradicionalmente el abordaje de la sexualidad en el ámbito escolar se ha centrado en la dimensión biológica de la misma y por lo tanto, en el dominio de la ciencia médica en su enseñanza, puesto que, desde el paradigma positivista de la ciencia, corresponde a la medicina el conocimiento sobre el cuerpo y sus patologías. Desde este marco se implanta el enfoque denominado biomédico o biologicista, que aborda la sexualidad reducida a lo “genital”, centrada en la prevención de enfermedades a través de la transmisión de información sobre los riesgos asociados a su ejercicio y prácticas.

Este enfoque sigue siendo predominante en la formación del personal del área de la salud y en lapráctica médica, aunque en las últimas décadas han surgido otros enfoques, tales como el enfoque de la medicina social  y de la salud pública que parten de una visión integral de la salud y del reconocimiento de los determinantes sociales en la salud (OMS, 2007). La promoción de la salud se inscribe en estos nuevos enfoques que asumen una visión integral de la salud, incluyendo las dimensiones del bienestar y la equidad, considerando la salud como un derecho humano fundamental, a la vez que se reconocen las influencias sociales y medioambientales sobre la salud, además de las personales. Se fundamenta en el fomento de la responsabilidad social de la salud, enfatizando en  las acciones  preventivas y el desarrollo de competencias y habilidades  para  el cuidado de la salud y la adopción de estilos de vida saludables.

La tradición biologicista y biomédica en el abordaje de la sexualidad también sigue predominado en la escuela y en el imaginario del personal educativo, que asume que son las y los profesionales de la salud quienes “saben” de sexualidad. No es infrecuente que desde las escuelas se solicite el apoyo del sector salud para manejar los temas relativos a la sexualidad, considerando que el personal de salud  es el experto en el manejo de este tipo de contenido

Esta tradición debe ser desmontada en la medida que la EIS  planteada desde el Ministerio de Educación (MINERD, 2014) trata de los procesos “pedagógicos” que se dan en el escenario de la escolaridad dirigidos a formar a niños, niñas y adolescentes en tanto sujetos sexuados, siendo el personal educativo él llamado a asumir en su práctica docente los contenidos que abordar la sexualidad (Ver recuadro 1)

El sistema educativo, en general, adoptó el enfoque biologicista en el abordaje de la sexualidad, a través de las áreas de ciencias naturales y biología. De esta forma,  el ámbito educativo reproduce el modelo biomédico limitado  a la descripción de los órganos reproductivos y a instruir sobre “cuándo, cómo y para qué deben ser usados”. Desde este marco, la sexualidad y la promoción de la salud es abordada de manera descontextualizada, exclusivamente centrada en los aspectos biológicos sin ocuparse de las dimensiones psicosociales, culturales, afectivas y espirituales, entre otras que la componen. Por ejemplo: 

Esta explicación basada en el marco tradicionalista deja de lado que esto ocurre en una relación humana, donde hay emociones y sentimientos y entran en juego la comunicación, los valores y otros aspectos propios de cada cultura. El desafío actual es una EIS que promueva la salud y reconozca la necesidad de que las y los estudiantes desarrollen competencias: ambientales y de salud; científica; desarrollo personal y espiritual; ética y ciudadana; comunicativa; de resolución de problemas; pensamiento lógico, crítico y creativo; que les permita adquirir conocimientos, generar actitudes hacia el autocuidado, tomar decisiones, comunicarse, expresar sus emociones y sentimientos y manejar las presiones del grupo de pares, para el ejercicio de una sexualidad sana.

El enfoque biomédico, además, suele abordar las cuestiones de la sexualidad centrándose en las amenazas de las enfermedades o “los efectos” no deseados de la sexualidad.  Es decir, que se excluyen todo el contenido vinculado con las relaciones humanas y sentimientos, como vimos en el ejemplo anterior,  sino también toda referencia a los efectos “deseados” que una sexualidad sana podría aportar a las personas. Esto es evidente sobretodo en el abordaje de la sexualidad en el nivel medio, con población adolescente, a quienes se les “enseña” las prácticas relativas a la sexualidad solo como riesgosas y causantes de enfermedades, en consecuencia las informaciones transmitidas se circunscriben a la prevención de los “problemas” y  las “enfermedades” asociadas al ejercicio de la sexualidad. La actual propuesta de  EIS  implica una mirada  desde la salud y no desde la enfermedad, por lo tanto se trabaja desde la perspectiva de la promoción de la salud. (Ver recuadro 2)

Otra tradición que ha tenido, y tiene aún, una fuerte presencia en el abordaje de la sexualidad en el escenario escolar es el denominado enfoque moralizante. Se trata de un abordaje que enfatiza en las cuestiones morales que sustentan las expresiones de la sexualidad y, generalmente, las aborda desde una perspectiva normativa (el “deber ser”/ lo correcto versus lo incorrecto), sin tomar en cuenta los sentimientos y experiencias reales de las y los estudiantes. Al igual que el enfoque biomédico, este es un enfoque reduccionista con una visión limitada que asume desde un marco prescriptivo el supuesto de que la sexualidad se expresa centralmente en la genitalidad, poniendo especial énfasis en su control mediante la abstinencia, siendo este el mandato “correcto”. Las áreas curriculares desde las cuales se ha implementado este enfoque son la formación integral humana y religiosa  y  la asignatura de educación cívica.

 La mirada a la educación y al contexto social dominicano, descritos en las bases de la revisión y actualización curricular (MINERD, 2014), refleja la prevalencia de problemas vinculados con la sexualidad y los géneros, tales como la propagación del VIH/SIDA y demás infecciones de transmisión sexual, el incremento de múltiples formas de violencia contra niños, niñas, adolescentes y mujeres, las altas tasas de fecundidad en adolescentes y de mortalidad materna, todos los cuales figuran en la agenda nacional como problemas prioritarios de salud y desarrollo (Ver recuadro 3)

Estos desafiantes escenarios demandan una educación de la sexualidad que contribuya a los imperativos de la formación de la nueva ciudadanía del siglo XXI (Delors, 1996), basada en los derechos humanos, que desarrolle competencias en el estudiantado e impacte favorablemente en la reducción de las problemáticas de salud identificadas como prioritarias a partir de la construcción de una sexualidad sana. En este sentido, las respuestas que hoy se requieren no pueden ser ofrecidas desde los enfoques tradicionales de carácter reduccionistas en el abordaje de la sexualidad humana que por largo tiempo han predominado en la práctica educativa nacional.

Las formas tradicionales en el abordaje de la educación sexual por parte del sector educativo, basadas en concepciones reduccionistas, biologicistas, atemorizantes, culpabilizadoras y represivas de la sexualidad entran en proceso de desplazamiento, para dar paso a nuevos abordajes fundamentados en enfoques integrales y humanistas, basados en competencias, con perspectiva de género y derechos humanos,  acorde con los  criterios que sustentan los Lineamientos del Sistema Educativo para la Educación Afectivo Sexual en los centros educativos (MINERD, 2014), enmarcados en los procesos de revisión y actualización curricular. La concepción de integralidad que se promueve desde estos Lineamientos está dirigida al tratamiento de los contenidos y el abordaje de los temas  de forma que propicien el desarrollo de competencias que permitan a niñas, niños y adolescentes el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, así como la adopción de prácticas de cuidado para la salud, concretamente las vinculadas  a la sexualidad.

Los nuevos enfoques plantean el abordaje de la sexualidad abarcándola en sus distintas dimensiones, por lo tanto la información sobre aspectos biológicos y sobre la prevención de riesgos y enfermedades vinculadas con el ejercicio de la sexualidad es considerada una parte y no el todo (superando los enfoques tradicionales). Esta información, impartida a través de los contenidos curriculares de las diferentes áreas del conocimiento (no exclusivamente las ciencias naturales o la biología), se conjuga con la incorporación de los aspectos referidos a la afectividad, los derechos, la igualdad de género, el desarrollo de competencias y la generación de actitudes y valores tales como: el autocuidado, responsabilidad, equidad, criticidad, integridad, amor, inclusión, planificación, valoración y respeto a la vida