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4.2. Relación pedagógica y relación de confianza, autoridad pedagógica.

  La escuela es un espacio que por la forma en la que está estructurado reproduce relaciones de poder y control, algunas oficiales y otras que forman parte del currículo oculto o el currículo omitido.

El sistema educativo tradicional es adultocéntrico, organiza y posiciona a las/os docentes, autoridades y personas adultas como fuentes de saber y control disciplinar y a las y los estudiantes sujetos a ese poder. Tomando como partida esa relación, la interacción en el aula es vertical, autoritaria y limitante, lo que produce reacciones por parte de las y los estudiantes como lo son las prácticas de resistencia estudiantil.

Existen docentes capaces de mantener un ambiente democrático en el aula, que generan confianza y fortalecen las oportunidades para el aprendizaje. Ese posicionamiento no significa pérdida de autoridad, sino un acercamiento respetuoso hacia las libertades, la diversidad y las subjetividades humanas de cada estudiante; condición necesaria para abordar de manera clara y honesta la educación integral en sexualidad. Una relación de confianza para la educación en sexualidad “tiene más que ver con un modo de considerar, de mirar al otro a la hora de enseñar y aprender, una apuesta a las posibilidades de ese otro, a que su experiencia de vida existe y no puede ser desconocida, a que su palabra puede ser escuchada, leída, reconocida en tanto alguien capaz de expresarse, a su modo, con sus limitaciones” (MEN. ESI, 2010, p. 22).

Las instituciones educativas como espacios de formación con una estructura determinada requieren por su naturaleza de ciertas relaciones de autoridad, las cuales forman también parte del aula. Sin embargo, esa autoridad debe ser pedagógica, debe ser capaz de enseñar a través de su ejercicio, debe ser respetuosa, inclusiva, comunicativa y democrática, capaz de generar las condiciones para que las niñas, niños y adolescentes puedan hablar, preguntar, reflexionar, aprehender y tomar decisiones respecto a su sexualidad, sus derechos, sus deberes y los de las demás personas.

Cheila Valera (2014) rescata la importancia del compromiso docente hacia sus responsabilidades, como parte de las acciones pedagógicas, especialmente con las demandas del currículo dominicano revisado y actualizado. Para esto señala algunas recomendaciones que hace el Programa de la Reforma Educativa para América Latina (PREAL) en el 2011 a las y los docentes para mejorar su desempeño y tener “un impacto significativo en los aprendizaje: a) llegar a tiempo a sus clases;  b) asistir todos los días a su trabajo; c) aprovechar al máximo el tiempo de clase; d) enfocar todas las actividades en objetivos de aprendizaje; e) escuchar y atender las dudas de sus estudiantes; y  f) motivar a sus estudiantes a aprender” (Valera, 2014, p.6).